El capricho

No puedo dejar de recriminarte ciertos comportamientos. No sería justo. Y menos para ti. Considero que es muy fácil vivir a tu lado, ya que al menos en apariencia la mayoría de las veces todo está bien para ti, siento que casi perfecto. Pero se me escapa ayudarte a controlar cuando quieres algo y no lo consigues.

El capricho

Desde los más profundo de tu ser pones cuerpo y alma en lograrlo. Y si no es así el mundo se desdibuja a tu alrededor. Entonces, y sólo no estos momentos, únicamente existes tú. Y lo que quieres. Te da lo mismo tus logros, tus vivencias, los sentimientos de quienes tienes al lado y empiezas a arrugar el morro. Tanto que llega un momento que tu hermetismo se hace insoportable.

Podría darme la vuelta y decir ya se le pasará. Aunque si fuera así no ocurriría en un rato, en unas horas, sino en varios días y si ocurre. El único revulsivo que entiendes entonces es el del miedo. El de la exasperación de quien tienes al lado. Y cuando te pinchan como con un alfiler para sacar el pus cambias definitivamente.

El capricho

¿El capricho?

Solo entonces te pones a hacer lo que por momentos de pereza o dejadez no haces habitualmente para hacerte perdonar. Crees que con las acciones basta y que con ellas se limpia todo. Saltas como una rana y buscas hacerte perdonar. Claro que yo ya, en ese momento, no estoy por la labor. He estado un buen tiempo intentando hacerte entender. Dando lo mejor de mí. Teniendo la paciencia infinita que nunca tuve y que ido cosechando a lo largo de estos años.

Y, a pesar de todo, nunca das completamente tu brazo a torcer. No reconoces tus errores del todo. No puedes. Es superior a tus fuerzas. El dolor acumulado de tantas ofensas a lo largo de los años te lo impide. Cómo sino se explica que ni una sola vez te muestres humilde, comprensivo, humano, sensible, cariñoso. Qué difícil.

Cómo limar estos momentos. No hay fórmula. No hay miramientos. Ni siquiera existen cariños, caricias, besos que consigan ablandar esa roca en la que te conviertes. Y, sin embargo, a veces pienso que menos mal que tienes todo tan claro y eres tan sumamente cabezón.

Y así hasta la próxima…

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María Ángeles Martín

Escritora y periodista. Apasionada de las series.

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Por María Ángeles Martín

Escritora y periodista. Apasionada de las series.

3 comentarios en «El capricho»
  1. Muy bueno, me identifico y bastante aunque disiento en algunos aspectos.
    En mi caso No es dejadez, más bien es falta de detección del problema. Y por qué no alcanzan las acciones? Acaso pesan más las palabras q los gestos concretos? No es acaso que las palabras se las lleva el viento, mientras las acciones permanecen? No entiendo a los NT.
    Y si, me concentro cuando busco un objetivo, acaso se supone q debo dispersarme ?

  2. Son las palabras que le diría a mi hijo………
    Lo quiero con locura, pero cada arrebato que tiene me perfora por dentro……y cierto que después de que consigue calmarse viene a buscarme, pero no pide perdón….solo aprobación…es su forma…pero yo aún tengo un agujero dentro…..tristemente un vacío cada vez más grande…..
    Y así hasta el próximo arrebato…que pueden ser minutos u horas…..es raro el día que no ocurra….y mi vacío es cada día más grande…..él considera que unos minutos abrazandome solucionan todo ese vacío…..
    Y yo cada día me siento más sola….cada día me parece que él se distancia más de mi.
    Intento por todos los medios comprenderlo…intento por todos los medios recordarme que él me aprecia y me quiere….pero no sabe como demostrarlo.
    Ese vacío me nubla el juicio……

    1. Creo que él te ama profundamente a su manera. Yo amo a mi familia, pero munca se los digo. Hago cosas por ellos, los apoyo. Estoy presente cuando me necesitan. Al ser autista me es imposible ser muy social o estar mucho tiempoem reuniones sociales sin colapsar, pero hay otras formas de decirles que los quiero.

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