La profundidad entre lo físico y lo espiritual hace que determinadas personas no sean capaces de «hacerse» con sus propios sentimientos ni de mostrar a los demás lo que están sintiendo. Por ello están continuamente pinchados por el dolor de vivir en un mundo en el que no entienden porqué están condenados a diferentes situaciones. Una metáfora del modo de estar en el mundo de los aspies.
Amanece que no es poco…
Casi todos los días y casi a cada momento tengo dolores. Unos más profundos que otros. Unos más desoladores que los otros. Unos más duraderos que otros. Lo cierto es que sentirse físicamente mal la mayoría del tiempo se lleva muy mal. Con los años te vas acostumbrando. Pero uno se siente desalentado y con mucha desazón.
Si a ello le añades el come come mental, el batiburrillo comienza a prepararse. Y surge de vez en cuando el estallido sentimental. Parece que por la necesidad de apoyo, aunque ni uno mismo es capaz en esos momentos de saber qué le pasa.
Se desata la tormenta emocional. Y vuelves al bucle. Algo así como cuando uno tiene que ir a trabajar. Lo da todo. Y, por fin, acaba el día. Aunque sabe que le quedan infinitas jornadas más. No sabe cuántas. Pero da gracias.
El símil sería al fin y al cabo tiene trabajo, así que al fin y al cabo está vivo. Consuelos humanos. Necesidad de reconfortarnos con algo. Y cae la lluvia tranquila pero intermitente.
Tormenta sin lluvia
Aunque de pronto se desata la tormenta, el cielo se encapota y las gotas de agua se enfurecen contra el suelo. Parece sin embargo que ha sido una ilusión pasajera. Las nubes no quieren descargar la pesada carga que llevan encima y se tornan aún más oscuras. Se acompañan de un viento suave y fresco.
A lo lejos sonidos de actividad humana. Cascotes de alguna obra. Ruidos molestos de los coches al pasar. Y algarabía de niños que llegan como un eco desde el colegio cercano.
Todo normalidad sino fuera porque el estado físico y el mental a veces no van en consonancia. Todo fatal sino fuera por el mar, la naturaleza, los árboles. Todo extraordinario, sino fuera porque las mayoría de las veces nos empeñamos en estropear el momento. Bautizo de pájaros.
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María Ángeles Martín
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